La Navidad suele ser tiempo de reflexión, de balances y de esperanzas renovadas. En el caso del fútbol larense, este cierre de año nos obliga a mirar con lupa lo que ha sido y lo que debería ser. Porque más allá de las luces y los villancicos, el balompié regional enfrenta un 2026 que exige decisiones firmes, visión clara y un sentido común que hasta ahora ha brillado por su ausencia.

El reto federado: más allá de medallas y trofeos

La renovación de la Junta Directiva de la Asociación de Fútbol del estado Lara (AFEL), abre una ventana de ilusión. Sin embargo, la realidad es contundente: tres años sin logros en selecciones y la ausencia total de Lara en los Juegos Deportivos Nacionales Juveniles de 2024 (JDNJ), donde ninguna de las cuatro modalidades logró clasificar.

El calendario no da tregua, en marzo se disputarán los clasificatorios a los JDNJ a celebrarse en Caracas, y allí Lara debe mostrar resultados inmediatos. No hay espacio para planes a mediano o largo plazo, el tiempo es ahora. La nueva dirigencia debe entender que su principal misión no es organizar torneos —función natural de las ligas—, sino fortalecer el deporte de selección, el verdadero termómetro del crecimiento federado.

El panorama profesional: luces y sombras

En el terreno profesional, el escenario es más complejo. Barquisimeto SC participará de nuevo en la segunda división en 2026, pero cerró el 2025 sin un mínimo gesto comunicacional hacia la afición. TeleRadio Digital intentó ofrecer un balance y un abreboca del proyecto, pero la falta de tiempo o interés del club dejó claro que la comunicación no fue prioridad. Deportivamente, el equipo trabaja, incluso con cesiones de jugadores a primera división, pero su presencia mediática sigue siendo débil, un factor que erosiona cualquier proyecto competitivo y muchos más si se trata del deporte profesional.

El Deportivo Lara, por su parte, vive atrapado en el recuerdo de una estrella conquistada hace más de una década. Su estrategia comunicacional se reduce a la intriga: publicaciones que generan rumores pero no certezas, vocerías ausentes y un ambiente de especulación que recuerda más a la política que al deporte. Paradójicamente, lo más tangible del club es su Barra Brava, que sí se hizo sentir en el cierre de la Copa AFEL, donde con mucha fuerza fueron parte del espectáculo. La posible llegada de José María Morr tras su salida del Zamora FC alimenta las hipótesis, pero la institución sigue siendo una caja de Pandora, con más incógnitas que realidades.

El Deportivo Lara, tras aceptar su participación en la categoría de plata de la Liga Futve, debe comprender que este torneo no es un castigo, sino la oportunidad de un renacer. Una institución marcada por grandes logros deportivos, pero también por profundas manchas administrativas, tiene en la humildad y sencillez de su dirigencia y de sus seguidores el mejor punto de partida. Más allá de las apuestas inmediatas por victorias o trofeos, el verdadero desafío está en reconstruir credibilidad y sentido de pertenencia, porque solo desde esa base podrá aspirar a recuperar el lugar que alguna vez ocupó en el balompié nacional.

Entre la tradición y la urgencia

Mientras en otras regiones del país los equipos y los programas deportivos especializados hablan de contrataciones, pretemporadas y proyectos juveniles, en Lara pareciera que el fútbol espera para que pase la procesión de la Divina Pastora para comenzar a trabajar, o por lo menos para comenzar a informar. Esa costumbre cultural, respetable en lo religioso, se convierte en un lastre deportivo cuando el calendario competitivo no espera.

Reflexión final

Desde TeleRadio Digital deseamos que la dirigencia regional, tanto federada como profesional, asuma el 2026 con altura. Que el fútbol larense logre clasificar a los Juegos Nacionales Juveniles y que los clubes profesionales comprendan la importancia de la comunicación, de «rodearse de talento y no solo de confianza», como bien decía Richard Páez.

El estado Lara está a años luz de lo que se observa en otras regiones del país. Para acortar esa distancia no hacen falta milagros, sino dos virtudes sencillas: respeto y sentido común. Si se logra, el futuro del balompié local puede ser tan prometedor como los sueños que acompañan esta Navidad.

TRD Sport | Luis Alonzo Paz | CNP 10.760