Se bajó el telón de los XXI Juegos Deportivos Nacionales Juveniles, y más allá de las medallas, triunfos o derrotas, queda la bonita imagen reflejada en el rostro de los más de 7.000 atletas venezolanos, quienes durante 20 días disputaron con mucha alegría esta experiencia, la cual seguramente, significará un antes y un después dentro de su carrera deportiva, o en tal caso, dentro de su vida personal.

Renacieron los Juegos Deportivos Nacionales, atrás quedan las iniciativas de querer confraternizar en todo el país, utopía que quedó plasmada como un débil paradigma y que pone de manifiesto, que las citas polideportivas deben realizarse, si o si, en una entidad o en tal caso, en una región.

Oriente 2024, fue el mejor reflejo de la camaradería en el deporte, Anzoátegui, Monagas y Sucre, serán recordadas como las entidades que hicieron renacer a la cita polideportiva más importante de Venezuela, emulando lo sucedido en el 2007 en los Llanos y en el 2005 en los Andes.

Reconocimiento al voluntariado por su amabilidad y ganas de hacer de esta fiesta deportiva, algo que quedara enmarcado en el recuerdo de los participantes.

En otrora despedíamos una cita dando la bienvenida a la siguiente, tarea fundamental que debe refundar el Ministerio de Deportes de nuestro país, con la finalidad de permitir dar más calor a la edición número XXII, y a su vez, para que los clasificatorios se realicen con la mirada puesta en la región o estado que albergará la siguiente cita.

Miranda, Caracas, Carabobo, Lara y Yaracuy, celebran su anclaje entre las primeras cinco potencias deportivas del país, cada estado observará los resultados, y sobre ellos, deberán recaer las conclusiones sobre la base del diagnóstico que los entes rectores del deporte realicen pensando en el futuro.

Lo de Oriente fue una gran fiesta deportiva, objetivo logrado por los organizadores, y celebrado por esa muchachada que disfrutó de la geografía oriental gracias al deporte de nuestra nación.

TRD