
En el universo de los deportes, los atletas se han convertido en figuras públicas adoradas por millones de seguidores, especialmente entre los más jóvenes. Sin embargo, en ocasiones, las formas de expresión de algunos de estos deportistas generan preocupación y cuestionamientos sobre el impacto que pueden tener en la sociedad.
Aunque existen muchos casos, sacaremos con pinza uno en particular. Se trata del venezolano Josef Martínez, quien en diversas entrevistas (no solo una), ha recurrido a un lenguaje vulgar y grosero, utilizando con frecuencia expresiones como «mari..» y otras obscenidades o vulgaridades dentro de su lenguaje.
Esta actitud, que parece buscar proyectar una imagen de «tipo duro» o «fuerte», plantea interrogantes sobre las implicaciones que puede tener, incluso, expertos señalan que se ha generado una cultura del «pranato» o «malandreo» en este tipo de podcast, con la finalidad de crear un antiheroismo, que solo es aceptado en las películas de DC o Marvel, obviamente por tratarse de un arte surreal.
Por un lado, surge la pregunta sobre ¿Qué tipo de modelo a seguir representa este grupo de personas quienes usan este lenguaje en las redes sociales para los niños y jóvenes que los admiran? ¿Pueden los padres sentirse cómodos con que sus hijos tengan a este tipo de personas como referente? El uso constante de un lenguaje inapropiado, lejos de generar admiración, puede transmitir un mensaje equivocado sobre los valores y la forma adecuada de expresarse.
Asimismo, cabe cuestionarse si este comportamiento podría cerrarle puertas a quienes lo utilizan, tanto en el ámbito de los clubes como en sus selecciones nacionales. Sería interesante realizar una encuesta con diversos directores técnicos y preguntarles si para ellos es agradable este tipo de atletas con esta forma de expresión fuera de la cancha.
El Palurdo «formato Libre»
Si bien algunos pueden argumentar que el «formato libre» de las redes sociales permite cierta informalidad, lo cierto es que los deportistas profesionales deberías mantener un estándar de conducta que los represente de manera apropiada, tanto dentro como fuera de la cancha, incluso, para ser más pluralistas, que represente al gremio que pertenecen.
Recordemos que existen modelos de modelos, hoy por ejemplo el mundo de rinde a los pies de Lamine Yamal, y aunque es muy prematuro y casi imposible saber qué pasará en su futuro, no es menos cierto que una de las cosas que más gusta a las personas, es su asertivo lenguaje, incluso, cuando afronta los medios de comunicación. Otro ejemplo, y también guarda relación con el fútbol, fue el caso de las expresiones dadas por Lio Messi en el mundial pasado, al decirle a un rival, «qué mirás bobo», en señal de repudio por un altercado que hubo dentro de la cancha. Según la mass media, esa ha sido la expresión más «vulgar» o agresiva del astro argentino en toda su carrera.
Ahora bien, ¿por qué el venezolano recurre a este tipo de lenguaje? ¿Es una característica inherente a su personalidad o una estrategia para crear una imagen? Sería bueno recabar las entrevistas que ha dado en medios convencionales para saber si se muestra más comedido y con un discurso más acorde a la situación.
Recurrencia a la vuelta de la esquina
Más allá de este caso en particular, es importante destacar que este fenómeno no se limita únicamente al jugador de la MLS. En diversos ámbitos, especialmente en el mundo de los podcasts y las redes sociales, se ha observado una tendencia creciente a adoptar un tono vulgar y grosero, incluso, en contenidos que se presentan como «íntimos» o «sinceros».
La pregunta que subyace a todo esto es: ¿hasta qué punto este tipo de lenguaje y actitudes contribuyen al desarrollo del deporte y al fortalecimiento de los valores que deben ser transmitidos a las nuevas generaciones? La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero los atletas y figuras públicas deben ser conscientes del impacto que sus palabras y comportamientos pueden tener.
En definitiva, el caso de los atletas que recurren a un lenguaje inapropiado en sus intervenciones públicas nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad que conlleva ser un modelo a seguir. Quizás sea hora de que estos deportistas y personalidades públicas se planteen cómo utilizar el lenguaje de manera más constructiva y respetuosa, sin que esto opaque el mensaje que desean transmitir.
¡Que la suma de los valores, si altere el producto!
La comunicación social, especialmente cuando se trata de figuras públicas, debe estar enmarcada en valores como el respeto, la responsabilidad y la ejemplaridad. Los deportistas y atletas, al ser modelos a seguir para tantos niños y jóvenes, tienen la obligación moral de cuidar su imagen y transmitir mensajes que contribuyan al desarrollo positivo de la sociedad.
Más allá de criticar por criticar el uso del lenguaje vulgar, lo que se busca es generar una reflexión constructiva sobre la importancia de sembrar valores comunicacionales en el ámbito deportivo. Los atletas tienen una plataforma privilegiada para inspirar y motivar a sus seguidores, por lo que deben ser conscientes del impacto que sus palabras y actitudes pueden tener, especialmente en las mentes más jóvenes y vulnerables. Adoptar un tono respetuoso y una forma de expresión acorde a su posición de referentes públicos no solo beneficia a su imagen, sino que también contribuye a la construcción de una sociedad más sana y comprometida con los valores.
El Leit Motiv
Muchos son los factores que conllevan a este tipo de realidades y en descargo a este tipo de situaciones, gran cantidad de estos atletas son entrevistados por personas no profesionales en la Comunicación Social, incluso sin poseer preparación académica en otra área. Esto obviamente permite que el «entrevistador» no tenga conocimientos deontológicos o éticos, y por ende, no saben reconocer los principios morales, llevándolos a buscar personas que se expongan ante la opinión pública, sin importar a qué costo puedan generar viralizaciones, o como en otrora se hablaba de rating.
Saliendo un poco del campo profesional, no podemos negar que el acuñamiento de la famosa frase, «la educación comienza por casa», cae como anillo al dedo dentro de esta realidad, porque si bien basta con darse con un martillo en un dedo para asperjar cualquier vulgaridad por el dolor físico que esto representa, queda bien saber, si todos los que generan contenidos y sobrevaloran la vulgaridad, normalizando algo anormal, es el producto de lo aprendido en sus hogares, y por ende, es producto de la educación dada por sus progenitores o familiares cercanos.
Tomamos a Josef como referencia, pero realmente son muchos los que hoy representan la degradación de algo tan agradable como lo es es buen hablar. No dudamos que sea un excelente futbolista, sin embargo, la integralidad va más allá de marcar goles o hacer buenos regates, y la palabra, «ejemplo», no debe verse como una responsabilidad ante la sociedad únicamente en la cancha.

Por Luis Alonzo Paz | CNP 10.760