El programa de televisión español El Chiringuito es un claro ejemplo de cómo los principios éticos del periodismo deportivo pueden ser fácilmente transgredidos en aras de la popularidad y el espectáculo. Lejos de ser un espacio de análisis informativo y profesional, este programa se ha convertido en una peña televisada entre seguidores acérrimos del Real Madrid y el Barcelona, utilizando a la comunicación social como un mero escudo para mantener la ilusión de ser un programa de «análisis».

En primer lugar, resulta preocupante cómo en este espacio coexisten personas profesionales de la comunicación, además de quienes alguna vez fueron futbolistas profesionales, posiblemente junto a otros que carecen de formación y experiencia periodística. Esta mezcla borra los límites entre quienes pueden considerarse verdaderos profesionales de la información deportiva y quienes simplemente se amparan en el medio para expresar sus posturas parcializadas y sesgadas.

La incitación al odio como principal argumento de debate

La burla, la inclinación hacia determinadas tendencias, la discriminación y la incitación al odio son los principales símbolos de El Chiringuito. Lejos de ofrecer un análisis plural y equilibrado de los acontecimientos futbolísticos, el programa se decanta claramente por defender los intereses de uno u otro club, convirtiéndose en un espacio de confrontación y polarización más que de información rigurosa.

Como bien señala Jorge Valdano, existen «caminos más cortos» y «maneras espectaculares de ser periodista» que sacrifican la ética y la profesionalidad en aras de la audiencia y el sensacionalismo. En un mundo donde lo negativo parece normalizarse, y donde una generación de jóvenes disfruta de este tipo de formatos, lamentablemente el periodismo deportivo se ve atacado por estos espacios que tienden a confundir a la audiencia, haciéndoles creer que se trata de programas periodísticos cuando, en realidad, son meros espectáculos alejados de los principios básicos de la profesión.

Habla el padre de un jugador

En uno de los más recientes programas, el padre del jugador Lamine Yamal, hizo un llamado a los panelistas, tratando de desacelerar la campaña que uno de ellos tenía en contra del joven de 17 años, y más allá de hacer el llamado porque se trataba de su hijo, el representante del jugador sirvió de voz en nombre de la gran cantidad de chavales que van emergiendo en el balompié de ese país, y que por intereses, gustos, fanatismos, incluso, hasta por dádivas para utilizar este programa para destruir o desprestigiar, debe aguantar ese tipo de improperios por parte de personas que utilizan estas estructuras periodísticas para destruir y hacer daño.

@elchiringuitotv ❤️💙 ¡EL PADRE DE @Lamine Yamal , EN ‘El Chiringuito’. 🌟 "No se ha visto ni el 10% de mi hijo, os lo prometo". 👏 ¡Grande, Mounir! ¡Eres un crack! 👏 #deportesentiktok #tiktokfootballacademy #elchiringuitotv ♬ sonido original – El Chiringuito TV

Al buen estilo de Dalí.

La frase «Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí, aunque confieso que me gusta que hablen mal, porque eso significa que las cosas me van muy bien» es una famosa cita atribuida a Salvador Dalí, y no cabe duda que debe estar acuñada dentro de los objetivos de este programa.

Si vemos con detenimiento este espacio, obviamente identificamos que se trata de un show, sin embargo, con la seriedad con que intentan hacerlo y valiéndose de una profesión que por principios debería ser respetada y no vulnerada, estamos seguros que puede pasar como un verdadero programa periodístico, ¡algo que no es!

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«Eso es lo que le gusta a la gente» ¿la excusa para justificar la falta de ética en los medios?

La frase «eso es lo que le gusta a la gente» se ha convertido en una respuesta común cuando se critica el contenido de muchos programas y espacios mediáticos como el Chiringuito que sacrifican la calidad, la objetividad y los principios éticos del periodismo en aras de la popularidad y el sensacionalismo. Este argumento es utilizado para justificar y legitimizar una práctica que, en realidad, debería ser objeto de cuestionamiento y reflexión por parte de los profesionales de la comunicación.

Detrás de esta frase se esconde una lógica perversa que antepone los intereses de la audiencia, o más bien lo que se percibe como sus preferencias, a la responsabilidad y el compromiso que deberían guiar el quehacer de los medios de comunicación. Se asume, de manera simplista, que el público solo busca entretenimiento y espectáculo, y que, por lo tanto, cualquier contenido que cumpla con esas características, independientemente de su calidad o de su apego a los principios éticos, será bien recibido y aceptado.

Sin embargo, esta perspectiva desconoce varios aspectos fundamentales:

  1. La audiencia no es un ente monolítico y homogéneo. Existen diversos segmentos de público, con intereses, necesidades y expectativas diferentes. Asumir que todos los espectadores buscan lo mismo es una generalización peligrosa.
  2. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad social y un papel crítico en la formación de la opinión pública. No pueden reducirse a meros proveedores de contenidos superficiales y sensacionalistas, ya que eso puede tener consecuencias negativas para la sociedad.
  3. El periodismo, en todas sus facetas, debe guiarse por principios éticos como la veracidad, la objetividad, la imparcialidad y el respeto a la dignidad humana. Estos valores no pueden ser sacrificados en aras de la popularidad o los intereses comerciales.

Cuando los medios de comunicación se escudan detrás de la frase «eso es lo que le gusta a la gente», están renunciando a su responsabilidad de ofrecer contenidos de calidad, que informen, eduquen y enriquezcan a la sociedad. Están priorizando la rentabilidad y el morbo por encima de la ética y el servicio público que debería caracterizar a una prensa libre y responsable.

En lugar de ceder a la tentación de complacer a la audiencia a cualquier costo, los profesionales de la comunicación deberían asumir un compromiso más profundo con la sociedad, buscando formas de educar, elevar y empoderar a los ciudadanos, en lugar de limitarse a satisfacer supuestas demandas de entretenimiento banal y superficial.

Sólo así podremos construir medios de comunicación que verdaderamente contribuyan al desarrollo y el bienestar de las comunidades a las que sirven, en lugar de ser meros instrumentos de manipulación y distracción.

Una gran amenaza

En conclusión, El Chiringuito representa una grave amenaza para la credibilidad y el prestigio del periodismo deportivo. Su falta de rigor, su parcialidad manifiesta y su apelación constante a los antivalores deberían ser motivo de preocupación y reflexión, no solo entre los profesionales de la información, sino también entre la sociedad en general, que merece recibir contenidos de calidad y acordes a los estándares éticos del periodismo.

Por Luis Alonzo Paz | CNP 10.760 | @teleradiodigital