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Glasgow (R.Unido) 13 abr (EFE).- La diseñadora escocesa Emily Raemaekers presenta ‘Symbio’, una prenda inspirada en estructuras de hongos, parte de una colección «experimental» con la que pretende combatir la contaminación del agua en el teñido textil.
«Fue realmente un proceso exploratorio, ya que nunca había usado estas fibras antes», explicó la diseñadora a EFE en una entrevista realizada en The National Museum of Scotland (Museo Nacional de Escocia), en Edimburgo.
Allí se exhibirá la prenda hasta este domingo como parte de la exposición ‘Growing Home’ (Creciendo en Casa), que forma parte del Festival de la Ciencia de Edimburgo, que este año celebra su 35.º aniversario.
La exhibición explora el uso de materiales en ‘fast fashion’ y cómo los biomateriales pueden ser una opción más sostenible en la moda y la ingeniería.
Materiales reutilizables y sostenibleS
El vestido ‘Symbio’ usa tintas naturales a base de agua como flores de hibisco secas para crear un tono rosa y rojo único en la base de la ropa como alternativa más sostenible a las que utilizan base de plástico y está decorado con linograbado para crear un patrón que imita al micelio, la estructura base de los hongos, según explicó.
Los elementos tipo soporte que parecen hongos se fijaron mediante apliques, una técnica de costura ornamental. La elaborada estructura de la capa está creada mediante corte por láser.
La muestra está confeccionada a partir de una fibra de pulpa de madera llamada Tencel que proviene de fuentes renovables, a través de un proceso de fabricación de circuito cerrado, lo que significa que los materiales son reutilizables.
«Creo que el hecho de que yo esté mezclando diferentes biomateriales es bastante único», haciendo referencia a la combinación de cuero que usa desechos de manzana, tela de lyocell hecha de celulosa y SeaCell, mezclado con algas, seda, corcho y lino, aseguró Raemaekers, que trabajó como diseñadora de vestuario en la industria del cine y el teatro escocés.
Entre los cueros vegetales utilizados se incluye Uppeal, creada a partir de desechos del procesamiento de manzanas de la industria del jugo y la compota, y Muskin, elaborada a partir de un hongo silvestre de ambientes subtropicales, para diseños adicionales en sus prendas.
El ‘outfit’ es «ligero y muy cómodo y no es 100% sostenible – confirmó la diseñadora- pero es un paso en la dirección correcta y muestra lo que es posible si invertimos el dinero y el esfuerzo en investigar formas de hacerlo».
Los hongos: el futuro de la moda
Al igual que aumenta el interés en los biomateriales, aumenta el escrutinio global de cualquier afirmación asociada de credenciales ecológicas o de salud.
«Necesitamos empezar a pensar en cosas que sean más circulares, más sostenibles», sentenció la artista arraigada en Edimburgo, en referencia a la elección de los materiales de la ropa que compramos.
El objetivo, señala, es erradicar el problema detrás de la industria de la moda, que es la segunda más contaminante del mundo solo después de las petroleras, según datos de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo de 2019.
Agrega que «incluso cosas como el algodón, que es un material natural, es una planta muy, muy sedienta. Tiene una gran huella de carbono en su proceso de fabricación». Raemaekers considera que «necesitamos seguir experimentando y encontrando alternativas» para reducir el impacto, porque «cuanto menos plástico estés usando y lavando, menos microplásticos terminarán en el medio ambiente». EFE