El Metropolitano está listo

Regresando a estas lides del periodismo deportivo a través de la cobertura de eventos in situ, nos hemos dado cuenta que muchas veces los problemas o situaciones que le achacamos «al país», no son del todo cierto, es decir, cuando decimos la palabra país, creemos que es un todo, que toda Venezuela pasa las mismas situaciones, que en todo el país llueve, que en todas partes hay regulación eléctrica, que los gobernantes de todo el país son iguales, incluso, que la gente, el pueblo, los habitantes también lo son.

Generalizar ha sido uno de los mayores errores que cometemos los humanos, por ejemplo, decir que el beisbol es el deporte de los venezolanos, es ciertamente utópico, más allá del bombardeo comercial que por razones de penetración Yankee se arrastra desde hace más de un siglo, pero también es utópico señalar que al venezolano no le gusta el fútbol, disputa estéril que a diario observamos entre fanáticos de ambos deportes, quienes posiblemente piden que disminuyan las diversas disputas políticas entre sectores oficialistas y opositores, pero son ellos quienes alimentan ese antagonismo existente entre ambas disciplinas.

El comentario anterior lo realizamos, porque no podemos dudar que en algún momento nos produjo ruido la tranquilidad con la que el ciudadano Gobernador del estado Lara anunció que el estadio Metropolitano de Cabudare no estaría listo para la fecha requerida por la Conmebol para la fase final del preolímpico de fútbol, y a a su vez, evadió la pregunta realizada por el periodista Daniel Oviedo, sobre la posibilidad de abrir averiguaciones a los empresarios responsables del incumplimiento la misma.

Obviamente entendemos que por tratarse de la máxima autoridad regional, es él quien debe exteriorizar tranquilidad ante cualquier situación adversa, capaz si nosotros estuviésemos en ese cargo, hubiéramos hecho lo mismo, sin embargo, existen situaciones que nos permiten creer que esas realidades palpables sobre la base de los resultados de la obras, incluso, del accionar, el caminar y el modus vivendi de los venezolanos, fácilmente se puede dividir en sectores, en regiones, en espacios delimitados, donde en gran escala, la realidad existente en Carabobo, por poner un ejemplo, no es la misma que se vive en Táchira, Trujillo o Lara, entre otros estados.

¡Todo está listo!

Conversábamos recientemente con algunas personas ligadas a la obra de la Campiña, y nos comentaban que el problema real del estadio Metropolitano de Cabudare, tuvo mucha relación con el factor tiempo, «capaz si la final hubiese sido 15 días después, se hubiese podido jugar». Definitivamente es más que obvio entender que si la fase final se hubiese pospuesto por 15 días, algo que en eventos hechos por venezolanos y para venezolanos, suele ser «normal», se hubiese jugado con tranquilidad. Lamentablemente para los encargados de la obra y su entorno, quienes organizaron el Preolímpico no tienen esa cultura muy nuestra del «invita una hora antes, para comenzar una hora después», o el bendito juego de tener que obligatoriamente esperar dos horas para que comience una actividad pública, incluso, hasta privadas.

Veíamos en redes sociales la entrega del Polideportivo Máximo Viloria, con bombos y platillos, la gratitud del Club Ítalo porque se le mejoraron sus obras para ¡el preolímpico!, y también nos enteramos que toda la luminaria, los camerinos, incluso, el ascensor del estadio metropolitano están listos. Definitivamente si nos apoyamos en la historia, no es raro lo que sucedió en Cabudare, ya en el 81 pasó con el Domo Bolivariano, inaugurado después de finalizados los Juegos Bolivarianos, las mejoras del estadio Antonio Herrera Gutiérrez, para una serie del Caribe que nunca se jugó, y ahora, aplaudir y celebrar porque el coloso de la campiña quedará como nuevo, gracias a un torneo que no se jugó en esa cancha.

Lo del estadio Metropolitano es más que obvio, los empresarios encargados de la obra son venezolanos, y conocen muy poco sobre el tema deportivo, en especial, sobre los asuntos emanados por la FIFA y en este caso la Conmebol, de ahí que la procrastinación fue sencillamente la que jugó un papel fundamental para que el estadio no estuviese al 100% por lo menos una semana antes de lo pautado. No trabajar un 24, 25 y 31 de diciembre o 01 de enero, porque eran más importante las hayacas de navidad y año nuevo, no buscar solución al sistema de regado rompiendo con la obligación técnica y especializada, sobre la base de la cantidad de agua requerida para tal fin, pretender colocar un sílice más barato y de transportación corta, para evitar mayores gastos, incluso, en retardo en la bajada de los recursos para que los encargados pudieran trabajar de forma tranquila y hasta holgada, fue parte de ese coctel producto de la «naturaleza» humana, que no permitió que la famosa resiliencia saliera a flote, y hoy estuviésemos celebrando la presencia del torneo, y no, las mejoras de las instalaciones, con un poquito de esa mal llamada «viveza criolla», es decir, «tranquilos, no se jugo el preolímpico pero al menos se mejoraron las obras».

Costumbres…

Existe un viejo adagio el cual señala, que «los hombres somos animales de costumbres», y este periplo por varios estados del país, nos hemos dado cuenta que la realidad política, social, estructural, moral, entre otras, no tiene nada que ver con «todo el país». Ver a algunos periodistas de la capital comprando sus entradas para ciertos evento nos sorprendió, porque es público y notorio que en otros estados, para no citar a alguno en concreto, exenten profesionales de la comunicación, incluso, no profesionales que gozan del beneficio de ejercer el periodismo de forma ilegal, quienes como buenos paparazis, están en la búsqueda de cualquier evento que se atraviese, para lograr su pase gratuito, con la justificación de la supuesta cobertura mediática, por eso es que es muy normal observar en concierto o eventos relacionados con la farándula a más de un centenar de personas con estirpe comunicacional, pero cuando se trata de cubrir una protesta, o un asunto de índole social, solo van los pocos que realmente si ejercen el verdadero periodismo.

Esa realidad también se puede transpolar a diversos sectores, por ejemplo, en Valencia la hamburguesa más económica que logramos observar costaba $3, mientras que en Caracas $5, de igual forma nos sucedió a la hora de reunirnos en una zona comercial con un grupo de colegas Argentinos y Uruguayos, y nos percatarnos que allí no corren a las personas a una hora específica, incluso, cuando consultamos con el dueño del negocio estilo bodegón de comidas y bebidas sobre el horario, no dudó en señalar que trabajaban las 24 horas del día.

Tanto en Valencia, La Guaira como en Caracas hemos tenido la oportunidad de conversar con los representantes de marketing de empresas transnacionales y nacionales sin ningún problema, hasta la fecha, ninguno ha rechazado la posibilidad de ahondar sobre propuesta relacionadas con su área, mejor aún, ninguno ha colocado el «estoy full» como excusa para denotar la no posibilidad de atención, al contrario, definitivamente el entorno sociocultural es muy diferente en cada región.

Quedan pocos días para que finalice el preolímpico, y aunque en este espacio hablamos de algunos aspectos que no guardan relación con la cancha y el balón desde una óptica netamente deportiva, debemos estar claros que a partir de la próxima semana regresaremos a la realidad, esa realidad larense que se torna tan diferente si la comparamos con otros estados, pero con la seguridad de observar a una región decir que somos un «pueblo noble que sabe ser grande», ante cualquier vicisitud.

@telasquito

Les invitamos a disfrutar del micro realizado por nuestro colega Esleiter Martínez, sobre la vida de Telasco Segovia, hoy un gran referente de nuestra selección nacional sub 23.

Por: Luis Alonzo Paz / Caracas – Venezuela